No sé si sonríen cuando pintan, pero sí es cierto que la impronta de Picasso está detrás de ellos. Serán como los niños del gran Picasso que no se ríen nunca, apenas sonríen, y en una impresionante proporción, ni siquiera despegan los labios. Es todo lo que necesitan para trasladarnos al inmenso mundo de la infancia. Estas imágenes dejan dolor, tristeza y en poca dosis. Alegría. Al menos, es lo que casi siempre los niños acaban llevando a la pintura sin exteriorizar una sonrisa, tal vez porque cuando ellos pintan se olvidan de un mundo real y gritan con sus pinturas.
Jesús, no sólo sonríen cuando pintan. Se ríen y mucho. De sí mismos y del mundo. Por eso precisamente me asombra que de tantas risas y bromas salgan dibujos con esta profundidad, y más que tristeza, melancolía, diría yo. Gracias por pasar por aquí!
absolutamente DIVINO!
ResponderEliminarGracias, Anne!
EliminarNo sé si sonríen cuando pintan, pero sí es cierto que la impronta de Picasso está detrás de ellos. Serán como los niños del gran Picasso que no se ríen nunca, apenas sonríen, y en una impresionante proporción, ni siquiera despegan los labios. Es todo lo que necesitan para trasladarnos al inmenso mundo de la infancia.
ResponderEliminarEstas imágenes dejan dolor, tristeza y en poca dosis. Alegría. Al menos, es lo que casi siempre los niños acaban llevando a la pintura sin exteriorizar una sonrisa, tal vez porque cuando ellos pintan se olvidan de un mundo real y gritan con sus pinturas.
Jesús, no sólo sonríen cuando pintan. Se ríen y mucho. De sí mismos y del mundo. Por eso precisamente me asombra que de tantas risas y bromas salgan dibujos con esta profundidad, y más que tristeza, melancolía, diría yo. Gracias por pasar por aquí!
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